miércoles, 14 de diciembre de 2011

 PERFIL LITERARIO SOBRE LA PROTAGONISTA DE LA NOVELA "LA CASA DE LOS CONEJOS"

                               Mi pequeña gran revolución                                                   

El día 2 de Abril amanece caluroso, húmedo y denso. Ninguna nube decora el intenso celeste del cielo y particularmente en la ciudad de La Plata esta sensación parece ser más fuerte todavía.
Luego de 60 minutos, de autopistas, terrenos baldíos, de plazas y diagonales, una calle de tierra se abre a mi derecha y un ancho portón de rejas verdes se interpone en mi camino. Dos habitaciones, un baño y la cocina. “Pequeña, pero básica” confirmaría más tarde con una sonrisa la niña que vine a buscar.
Esa es la casa: de tejas rojas, ventanas pequeñas y extenso jardín. No tiene timbre, pero existe el aplauso.
Viste con un marinerito de rayas anchas y azules. Su flequillo largo le perturba la visión y es por esto que tropieza con el desnivel de la cocina recién barrida por ella misma. Cae sobre el piso gris pero de un salto se reincorpora y suelta una enorme carcajada. Dos pasos más adelante se toma la rodilla con un llanto ensordecedor. Camina lento ahora, ya entendió.
Como hija única de padres Montoneros, el año 1975 la sorprende con su progenitor en prisión y con su progenitora obligada a vivir junto a ella de manera clandestina.
-- Nos obligaron a entrar en guerra ¿sabes?
El jardín es extenso: el lateral derecho es una medianera de ladrillos huecos y el izquierdo una tupida ligustrina que deja entrever la casa vecina. El pasto cubre casi la totalidad del predio, salvo el sector del galpón. Desde aquí me habla ahora la niña, mientras sostiene entre sus manos un animal pequeño y tupido de cabello blanco. Es que dentro del galpón, se crían conejos, es la fachada del “embute”.
Con su muñeca de trapo que ella misma bautizó con el nombre Eva, se pasea en busca de objetos y revistas que llamen su atención. Las encuentra, las estudia y les otorga una función: más tarde serán plasmadas en un dibujo o las usará de amuleto protector.
El trabajo en el embute lleva ya seis meses. Por las mañanas temprano Laura ceba mate mientras su madre y compañeros preparan la repartija de los periódicos montoneros, pero cuando se limpian las pistolas ya no la encontramos entre ellos, sus preguntas constantes los incomoda demasiado, de modo que se le asignan tareas sencillas como la limpieza del hogar.
Las manos de Laura son pequeñas, ninguno de los elementos culinarios que sostiene permanecen mucho tiempo sin tocar el suelo, siempre algo suele resbalársele de sus  dedos. Su escasa estatura para alcanzar la mesada se compensa con la utilización de un banco. Este último muy finamente decorado, en distintas tonalidades de rosa con su nombre impreso en letra cursiva.
La actividad clandestina y como consecuencia la producción impresa de periódicos crece fuertemente, ahora si necesitan de Laura. Sobre todo para disimular su distribución. Aquí ella se vuelve clave, envuelve los paquetes como si fuesen regalos y presencia su distribución para menos sospechas. Se toma su tiempo, demora, pero consigue armar tres paquetes por día.
Su voz es aguda y finita. - si yo madrugo y al que madruga dios lo ayuda... ¿por qué hace tiempo no lo vemos por acá? El hermético silencio de la casa frente a su pregunta la aburre. De un saque suelta la cinta de embalar con la que juega como si fuese una rueda sobre la mesada y se retira al jardín. Es mirando a los conejos donde dejará pasar el tiempo. 

                                                                                                                       CARUSO MARÎA VICTORIA
                                                                                                                             
     COMISION Nº 35 
                                                                                                                         
                                                                                                               PROFESORA BEATRIZ MASINE