Fue la mañana de un 17 de Junio no
muy distinta a cualquier otra en la sede Constitución de la Facultad de
Sociales. Salones colmados, agrupaciones atrincheradas en sus stands,
compañeros desayunando apuntes en el buffet y tal vez algún joven aún perdido
en el laberinto en el que se puede convertir un primer cuatrimestre en la
carrera. El aula 07 queda al fondo de la planta baja, uno ingresa a la
facultad, esquivando volantes de La Mella y de La Cámpora, luego bordea la cola
que se arma detrás del Departamento de Alumnos, hasta encontrar las escaleras,
en ese instante se debe amagar ir al baño, doblando hacia la derecha lo más
cerrado posible, para poder sortear los volantes del PO (se pronuncia como se
escribe, “po”, aunque también suelen decirle “pe-o”), después de esa avalancha
de papeles ya se puede volver a girar hacia la izquierda, pasar los ascensores
y divisar dicho salón. Cerca de 150 compañeros esperaban sentados la aparición
del escritor y profesor de nuestra facultad, Ariel Ídez.
Sentados al fondo del aula, con
algunos compañeros de la comisión comenzamos a debatir sobre la novela
seleccionada por la cátedra, La última de Cesar Aira, no sólo por la
intertextualidad con la obra de Aira, sino también por la singularidad de sus
personajes: “El Enano Más Sexy del Mundo”; “El Típico Puto Nazi”; Leandro, el
dealer literario; y otros que no pasarían desapercibidos en la lista pero que
vale la pena conocerlos durante la experiencia de lectura. Pasados algunos
minutos y mientras la sala se iba llenando de caras y libros rosas (¿o
salmones? Habría que preguntárselo a la gente de “Pánico al pánico”, la
editorial independiente que confió en Idez), empezamos a barajar hipótesis
acerca del escritor y ya no del escrito. Una compañera efectivamente lo conocía
y mientras lo describía, lo materializó. Llevaba una camisa blanca que se
dejaba ver debajo de un pullover celeste cuando entró por fin al salón. Un jean
y mocasines completaban el atuendo; los lentes rectangulares y la barba de tres
días le daban el toque final para configurar cómo se debe presentar un escritor
moderno. Presentado por la titular de la cátedra, Marina Cortés, el escritor
comenzó a hablar, se presentó, y fiel a las prácticas espurias de una clase,
sacó un “machete” de dos carillas preparándose para atravesar todos los temas
pertinentes. Comenzó presentándose, y haciendo un breve recorrido de su paso
por la carrera -a la que ingresó por sentimientos tan fuertes como antagónicos:
la atracción por una mujer y el rechazo a las matemáticas-, primero como
alumno, estudiante avanzado más adelante y como profesor luego de la Maestría
en Comunicación y Cultura. Puso especial énfasis en la materia que justamente
nos congregaba. Según el autor de “No vas a ser astronauta”, la materia
conformó una “triple alianza” entre lectura, escritura y experiencia, la cual
genera (Idez admite que esta tríada sigue funcionando incluso hoy en día) un
círculo virtuoso en donde la lectura produce ansias de escribir y viceversa,
tomando del autor que se esté leyendo todo lo que se necesite para robustecer
la escritura propia. En el taller, fue cuando se dio
cuenta que al momento de escribir, la relación entre deseo y ejecución se daba
armoniosamente. Esto lo dijo haciendo una divertida analogía con el fútbol en
la cual se presentó como mucho mejor escritor que futbolista: porque es frente
a una hoja, y no frente a un balón, donde las cosas le salen bastante parecidas
a como él las imagina.
Luego de
hablar sobre su relación personal con la literatura, el escritor y profesor
mencionó que no cree que la literatura sea algo que se enseña sino que se
orienta: “se puede ayudar a que cada uno descubra su voz, pero qué y
cómo escribir
es algo que en mi opinión cada uno tiene que descubrir por cuenta propia”. Sin embargo, Idez dijo confiar en que la Carrera
de Comunicación, como adelantó en el título de su “machete” (“La carrera de
Comunicación y su influencia en la literatura contemporánea”), aporta
conocimientos generales que permiten una cosmovisión de la realidad que ha sido
pieza fundamental en la obra de diferentes escritores egresados de la carrera
(mencionó a Martín Kohan, Mauro Lococo, Pablo Katchadjián, Esteban Castromán,
Leticia Martín, Agustina Paz Frontera, y a Maximiliano De la Puente). Para
caracterizar a la literatura contemporánea, el escritor anunció la “disolución
de las fronteras que separaban los géneros y las disciplinas artísticas”, un
“estado” de hibridación y transversalidad entre escritura y convergencia
comunicacional en el que los egresados de la carrera están familiarizados y por
ello, sus textos cobran cada vez mayor relevancia. Por supuesto, Idez no deja
de lado la posibilidad de que surjan nuevos grandes escritores en otros
ámbitos, otra característica que le otorga a la Literatura, su esencia
imprevisible.
Antes de
retirarse, el autor de “La última de Cesar Aira” no dejó de responder las
preguntas del auditorio que se fueron haciendo ordenadamente a medida que el
micrófono, de la mano de Marina Cortés, fue dándole voz a cada uno de los
alumnos que no quisieron dejar pasar la oportunidad de evacuar sus dudas.
Terminada
la charla, y como parte resolutoria del ritual literario, el escritor recibió
un cálido agradecimiento: los alumnos se acercaron a pedirle alguna dedicatoria
o para conversar mano-a-mano con quien puede ser el ejemplo de varios
estudiantes. Rodeado por una nube de amistad y admiración es como recordamos
los últimos minutos de la visita de Ariel Idez. Salimos del aula, y volvimos a la normalidad de la sede, a ser
parte de la marea de alumnos que cumplen con la rutina académica.
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