lunes, 28 de octubre de 2013

Comunicándonos sobre literatura

Entró al aula, acomodó sus cosas, parecía nervioso. Se llama Ariel Idez, es un joven escritor argentino, Licenciado en Comunicación Social, egresado de la Universidad de Buenos Aires. Apareció con un texto muy organizado, venía a hablarnos sobre la influencia de la carrera que lo formó en la literatura contemporánea nacional. Empezó contando los motivos por los cuales decidió adentrarse en este mundo del lenguaje. Corría el año 1994, terminaba el secundario, debía anotarse en alguna facultad pero aún no estaba seguro de lo que quería ser en la vida. Entonces no fueron más que un par de razones aisladas las que lo llevaron a elegir este camino. “Haciendo memoria diría que hubo dos motivos fundamentales: una chica que me gustaba y las matemáticas. Paso a explicarles… yo compartía viaje en colectivo al curso de orientación vocacional con una compañera del secundario, de esas que nunca te dan bolilla pero se rebajan a dirigirte la palabra porque te encuentran en otro contexto. Un día, colgado del pasamanos, ella me contó que había decido inscribirse en comunicación. Su argumento era inapelable: no tiene matemáticas en el CBC. Además como beneficios adicionales podías hacer periodismo, publicidad o alguna otra cosa.”
      En seguida, nos comenzó a relatar sus primeras experiencias con la escritura. Fue en la materia “Taller de expresión” de primer año donde descubrió el placer de narrar; no sólo por la libertad que le brindaron para hacerlo sino también porque sintió que lo que proyectaba en su mente podía ejecutarlo bastante parecido en el papel. Pero, a su vez, comprendió que no era una tarea sencilla, que le quedaba mucho por aprender, que escribir también es reescribir, es decir un trabajo continuo. Por otro lado, en ese espacio, se inició como lector, entendiendo que la lectura es una actividad que se rige por el gusto. Para él, es un camino de ida, mientras más se lee, mejor se escribe, mientras más se escribe más ganas de seguir leyendo. Un inagotable círculo virtuoso.
      Justamente nosotras nos encontramos cursando esa materia, adentrándonos en ese círculo inagotable de las letras, los relatos, la sintaxis, los géneros discursivos y demás conocimientos que nos brida la carrera de comunicación. Estamos empezando a usar otras miradas de la mano de los profesores que nos guían y nos brindas las herramientas. Es por esta razón, que Marina Cortés, la Titular de la cátedra, organizó dos charlas con autores de novelas contemporáneas. Uno de ellos fue Idez, el otro Martín Kohan. Ambos escribieron textos novedosos, con técnicas y estilos particulares. Nosotras leímos varios de sus trabajos, los analizamos, disfrutamos  de sus personajes y experimentamos esta nueva forma de literatura que desafía los límites tradicionales. Durante las clases, estudiamos a Bajtín, la diferencia de géneros, la teoría en su rigidez, pero en la práctica, nos asombramos con hibridaciones, intertextualidad, diferentes puntos de vista y formas de contar. Idez mencionó en su discurso: “Hay un estado de cosas que la literatura comparte con todo el arte contemporáneo  y que ha recibido muchos nombres, hibridación, cruza, que palabras más o menos consistiría en la disolución de las fronteras que separaban los géneros y las disciplinas artísticas, ante muchos textos ya no sabemos si estamos leyendo una novela, un ensayo, una crónica o todo al mismo tiempo”
      La última de Cesar Aira es una de esas obras. Idez la escribió cuando todavía se encontraba cursando la carrera. Para realizarla tomó como modelo el estilo de Cesar Aira, otro autor contemporáneo argentino muy conocido. Idez había leído una gran cantidad de sus obras y deseaba utilizar su novedoso estilo para plasmar una historia. ¿De qué se trata este estilo? En primer lugar se ajusta a una idea de “fuga hacia adelante”, un devenir constante. Los textos parecieran sorprender en cada página con un acontecimiento más inesperado que el otro, con conexiones de sentido diversas, algunas veces realistas otras veces demasiado fuera de lo común, incluso se podría decir que rallando lo absurdo. Se mezclan la ciencia ficción con el género policial, el humor constante de las comedias, el tinte apocalíptico, el suspenso, entre muchos otros. El autor trata  de hacernos creer que los argumentos son improvisados. Presenta continuamente algún hecho que sorprende al lector cambiando el giro de la historia hacia lugares nunca pensados en las primeras páginas de la novela.
      Con esmero logró su cometido. El personaje principal es El ENANO MAS SEXY DE MUNDO, un porteño que termina viviendo aventuras inesperadas en el tranquilo barrio de flores. ¿Tranquilo? Cesar Aira, el villano, posee en el lugar una red de prostíbulos, una fábrica ilegal de producción de novelas en la villa cercana, un ejército de negros  y una asociación con los chinos que quieren dominar el mundo. SÍ, definitivamente un barrio muy tranquilo.
      Particularmente en esta obra podemos ver la intertextualidad en su mayor nivel. No sólo el autor retoma personajes y espacios geográficos de las novelas de Aira sino que lo incorpora dentro de la historia. Sin embargo, no hay que pensar que no nos brinda su sello propio. El humor y la sensibilidad a la hora de escribir son un ejemplo.
      Devoramos la novela en pocos días. Valeria al finalizarla en primer lugar me llamó al celular impaciente: “¿Terminaste? ¿Qué te pareció el final?” Ambas comprendimos que estábamos frente a una nueva experiencia. Nunca habíamos leído este tipo de estilo. A lo largo del texto fuimos sorprendiéndonos capítulo a capítulo debido a la particularidad de los personajes y los hechos. El final abierto, fuera de lo común en donde el villano logra su cometido: la Argentina había desaparecido, fue la frutilla del postre. “¿Te gustó el libro Val? SÍ, fue algo totalmente distinto a lo que venía leyendo, el final me dejó pensado”, me contestó. Creemos que este tipo de relatos fomentan la crítica y llevan a la reflexión. Quedan muy lejos del cuento de hadas en donde todo nos cierra con un final feliz, pero también bastante alejado de lo estrictamente “real”. Aunque debiéramos preguntarnos ¿sabemos lo que es la realidad o vivimos en una ficción permanente en donde los hechos los vemos de acuerdo a nuestro punto de vista? Este último interrogante, propio de nuestro siglo, es el aliado fundamental que permite terminar con la novela realista, con narrador omnisciente y nos alcanza libros como el de Idez para seguir cuestionando los esquemas establecidos.          
En la charla que tuvimos con él, luego de contarnos sus experiencias de vida como escritor, el autor analizó los enfoques de su obra terminando de explicar la influencia de la carrera de Comunicación Social en la literatura contemporánea. “Para mí la literatura contemporánea por un accidente fortuito se parece a la carrera de Comunicación Social y por eso los escritores surgidos de esta carrera producen textos que llaman la atención y son valorados en ese campo, porque de algún modo están, estamos, más preparados, mejor adaptados para vivir en ese hábitat… De no haber estudiado comunicación no habrían, no habríamos escrito lo que escribimos, cómo lo escribimos y  a fin de cuentas si algo de eso que se escribió resulta tener algún valor para la literatura contemporánea la carrera tiene  que ver con eso”.
                                 El encuentro, nos permitió analizar sus propias palabras, nos damos cuenta que la influencia no sólo se genera desde la carrera a la literatura sino que también a la inversa. Pudimos entender que las novelas o los textos que leemos en las diferentes materias, así como entrar en contacto con autores contemporáneos, también afectan nuestra manera de atravesar la carrera y de pensarla. La comunicación social se trata en algún punto de estar atento a lo actual, a la innovación, poniendo acento en la imaginación, la búsqueda de hibridación de técnicas y formas que permitan ir más allá de lo que hay, teniendo siempre un pensamiento crítico. En definitiva, la literatura contemporánea nos estaría ayudando a seguir adelante con este paradigma. Leer La última de Cesar Aira fue un primer paso.

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