–¿Estás ocupado?
–No, estoy en la peluquería haciéndome el color, pero decime!
–Te llamaba por la entrevista.
–¡Ah, si! No tengo problema. ¿Cuándo la quieren hacer?
–El fin de semana, ¿te parece?
–Pero, ¿de día?
–De ser posible, todo el fin de semana...
–¡¿Todo el fin de semana?!
–Si no es molestia.
–No ¡Todo bien! Que divertido...¿Se quieren quedar a dormir?
Puede que se considere el insecto más molesto, habido y por haber sobre la faz de la tierra. Puede que odiemos clavarnos la uña sobre la picadura del mismo para calmar el ardor. Puede que su rutina sea una de las incógnitas m´ss grande del universo. Puede que haya tantos, que si algún día se ponen de acuerdo, nos pueden llegar a echar del planeta.
Pero hay algo que es sabido, una verdad absoluta que es de común acuerdo, y es que “sin mosquito, no hay verano”.
Y sí, por más que estorbe, ya lo tenemos inculcado en nuestra rutina veraniega. Las bufandas en invierno, la manteca de cacao en primavera, las hojas de las plantas desparramadas por la vereda en otoño, y los mosquitos en el verano.
Pero ¿qué podemos hacer para cambiar esto? Nada, absolutamente nada. En primer lugar, porque no nos alcanzaría la vida para poder hacer algo, y, por otro lado, porque el mundo ya no sería el mismo.
Esto pasa con José Fabio “Mosquito” Sancineto, ya que sin él, el mundo que lo rodea no sería igual.
Fabio es un mosquito que deja un pellizqueo eterno en su entorno, a tal punto que lo transforman en parte fundamental de lo trivial de su vida diaria.
No tiene alas, no chupa sangre, no es diminuto; pero si puede volar, vuela; si se puede teñir el pelo cuantas veces quiera, lo hace; y por más bajo que sea, donde esté, se hace notar.
De pequeño sufrió el maltrato de sus pares, de adolescente, buscó su lugar en el arte, y de grande, se busca a él mismo.
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El hombre de al lado -2009- (Anónimo)
Narra un conflicto entre vecinos que parece no tener fin. Una simple pared medianera puede dividir dos mundos, dos maneras de vestir, de comer, de vivir. De un lado Leonardo (Rafael Spregelburd), fino y prestigioso diseñador que vive en una casa realizada por Le Corbusier. Del otro lado Víctor (Daniel Aráoz), vendedor de autos usados, vulgar, rústico y avasallador. Víctor decide hacer una ventana para tener más luz, y ahí empieza el problema: cada uno toma conciencia de la existencia del otro.
Llueve en el Abasto de Buenos Aires, el barrio de Gardel. El calendario de septiembre marca el día 16. Es viernes. La mesa del restaurante Diácono, en la esquina de Avenida Corrientes y Jerónimo Salguero en donde nos espera con sus compañeros de teatro, desborda de comida. El aroma a café, ese que queda impregnado en las fauces durante horas, se adueña del ambiente. Entre dulces y salados separa un pequeño sándwich de tomate y pollo que empezará a comer mucho más adelante. Antes del bocado está dispuesto a hablar de todo.
Su pelo es de un rojo penetrante producto de las tinturas. No por ser corto de visión sino por coqueto, el verdadero color de sus ojos está disimulado por el gris de los lentes de contacto que lleva puestos. Su muñeca izquierda luce un brazalete que, con seguridad de una premeditada intención, marcha al son de su cabello y con un anillo en el dedo mayor de la misma mano. Jeans azules oscuros, remera y zapatillas negras, anillos en los demás dedos y mucha, pero mucha personalidad. “Glamour”, para ser más precisos.
–¿En serio?
–Sí. El gato duerme conmigo - le responde a uno de sus compañeros.
–Vengan, chicos, siéntense - nos invita, ahora a nosotros.
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El ángel, la diva y yo -1999- ¿Por qué Mosquito?
Comedia dramática, fuerte y emotiva, que permite reencontrarnos con parte de nuestra propia identidad. El film reconstruye el perfil de Ferreyros, a partir de las investigaciones de un documentista, Julián (rol a cargo de Boy Olmi) que, desesperado por su porvenir y supervivencia, decide filmar su último acto.
–¿Fabio o Mosquito?
–... Mosquito.
–¿Mosquito?
–Sí Mosquito, Fabio es otra persona.
–En realidad sos José. José Fabio Sancineto.
–Fabio. José ni me lo nombres... Lo voy a matar a José.
José era el nombre de su abuelo. José Fabio Sancineto le parecía muy extenso. Para un artista la fuerza, la música, la entonación de su nombre es fundamental. Probó José Sancineto, insistió con Fabio Sancineto, volvió a intentar amigarse con José Fabio Sancineto pero nada lo convencía hasta que, como suele ocurrir con estos asuntos, surgió “Mosquito” sin querer, y para quedarse.
El director Bebe Kamin seleccionó a 15 actores para rodar la película Los chicos de la guerra (1984), entre los cuales se encontraba Fabio. Allí fue la última vez que se presentó en el círculo laboral con ese nombre. Mosquito era el personaje que interpretaría en la película “porque él veía en mí una persona muy flaquita, con los ojos muy grandes, muy charlatán, y siempre con un modo de hablar muy divertido”, enumeró los porqué Mosquito.
Fueron sus compañeros de teatro los que siguieron llamándolo por el apodo, pero éste se acentuó el día en que una nueva obra (La erótica), productor, director y asistentes no sabían su nombre para armar el programa. “¿Como se llama Sancineto?”, era la pregunta que se hacían todos. Cansado de escuchar el interrogante y apurado por resolver el dilema, la voz del productor fue clara:”¡Qué sé yo! Ponele Mosquito Sancineto”. Y así quedó.
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XXY -2008- (Espejos)
Alex es una adolescente que esconde un secreto. Poco tiempo después de su nacimiento, sus padres deciden instalarse en una cabaña en las afueras de Piriápolis. En el pueblo, Alex es observado como si fuera un fenómeno. La fascinación que produce puede ser peligrosa.
–Buenas noches.
–Buenas. Al teatro, lo más rápido posible, por favor.
–Ok...
–¿Qué escuchamos hoy?
–Lo mismo de siempre.
–¿Camilo Sesto? Me gusta, pero el otro día escuchamos a Thalia.
Afirmar que admirás a Ana María Picchio, en la voz de una Juana, una Carolina o una Luciana está dentro de las posibilidades lógicas. Que lo diga un Mauricio, un Alberto o un Juan parecería, por lo menos, raro y que lo cuente Mosquito Sancineto no pasa desapercibido. “Hay que hacerse cargo de los gustos”, afirma y enumera un importante grupo de artistas femeninas. Sí, femeninas.
Ama a Tita Merelo y a Niní Marshall, lo emocionan. Redescubrió a Thalia “porque subí a un taxi y la estaban escuchando”, cuenta. Se queda en silencio, piensa un instante, tararea una canción de Rafaela Carrá. Su mamá le regalaba los discos de ella, su papá lo llevó a verla al cine, cuando actuó en Barbara.
–No sé si se dieron cuenta, pero ya empezaba a ver una cierta tendencia en mí hacia esa identidad, hacia lo femenino jajaja.
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La sonrisa de mamá -1972- (Sus padres)
Angélica es una famosa cantante, descuidada por sus hijos, que llevan una vida frívola. La noticia de una grave enfermedad que la afecta los hará recapacitar...
- Tengo una relación muy fuerte con mis padres. Hasta con mi madre que falleció: la extraño mucho. Y si bien esas son cosas que tiene que pasar, es algo muy terrible.
- ¿Qué es lo terrible?
- La muerte en sí. Tengo una idea muy infantil en la que todo es eterno. Como la juventud. Y de repente aparece la muerte: el final. Yo lo rechazo mucho, me da terror.
Tom Luppo trabaja con él hace más de una década, y se puede afirmar sin reparos que conoce tanto a Mosquito como a José Fabio. De tal manera que da testimonio de lo que es para Mosquito la vida y el anhelo de que ésta no se termine: “Su actitud es envidiable. Es festivo todo el tiempo, con un gran deseo de vivir, por lo menos 180 años”.
Pero, ¿qué mejor salida a ese triste pensamiento que genera la parca, que la felicidad o los buenos momentos?
“Su mayor cualidad sin duda es el humor. Está dispuesto siempre a reírse. No conozco a alguien como él. Hay gente que no tiene ninguna ninguna disposición a la risa, sino más bien, al enojo. Mosqui, todo lo contrario. Y contagia”, asegura Tom para tratar de explicar cómo su amigo elude los malos pensamientos de manera constante.
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Lengua filosa - 2008 - (Un panorama del presente)
Monólogo realizado por el periodista de espectáculos Marcelo Polino, bajo la dirección de Mosquito Sancineto. Presenta un humor ácido sobre la actualidad y personajes varios del espectáculo. La obra fue galardonada con los premios Estrella de Concert y Bamba como Mejor Unipersonal. La misma fue un éxito en Villa Carlos Paz.
–¿A qué aspirás?
–Creo que todos los artistas buscamos la trascendencia y la popularidad, y me enoja un poco ver a un Ricardo Fort con tanta fama. Pero en seguida pienso en que el no está ahí por su talento sino por su dinero. Y no quisiera estar en el lugar de ese pobre tipo.
Esto enciende la mecha. Explota con ira. Atiende a conductores, vedettes y políticos. No se salva nadie. Preparen, apunten, fuego...
Bomba I: “Tinelli es un reflejo de lo mal que estamos como sociedad. Es lo que queda de los años noventa. Esa década, la del menemismo, devastó y arrasó con todo. Pero como símbolo, eh. Una cofradía de grandes hijos de puta, políticos, empresarios, curas, medios, que nunca dejaron salir otras voces. Los pueblos originarios, sus músicos, eran ocultados y silenciados y si los mostraban era como sinónimo de pobreza, como negros menospreciados”.
Bomba II: “Los jóvenes de los 90, pobres, eran unos descerebrados. No había compromiso con nada”.
Bomba III: “Ves a la Alfano diciendo con tanta frivolidad: ‘Me acosté con Massera no con los 30.000 desparecidos’, y no hay nadie que le diga: ‘Fulana, vos no podes estar más en la tele’”.
Un poco resignado y exhausto por la verborragia de sus palabras, concluye: “Por eso, yo, cuando dirija, voy a proponer la diversidad, conductores travestis, gays. Con muchas vísceras. Yo como artista me comprometo con el presente, con la identidad y con la igualdad”.
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Improvisación Mosquito - (El show)
El Showman del espectáculo, Mosquito Sancineto, sortea los distintos títulos, que son ignorados por los jugadores hasta el momento mismo de su lectura, y penaliza las faltas cometidas en base a un reglamento deportivo. Al finalizar cada improvisación el público decide cual es el equipo ganador mediante la votación.
Esta original propuesta de teatro lúdico se ha convertido en un clásico de la noche porteña. A lo largo de estos últimos años ha sido visto por más de 500.000 personas, número que sigue en aumento gracias a sus funciones semanales.
–¿Qué significa el “match” para vos?
–Y... la improvisación es una parte importante de mi vida.
–¿Son muchos años, no?
–Sí, y voy a seguir hasta que sea reconocido en este género.
–¿Que tipo de reconocimiento esperás?
–Y no sé, “Ciudadano Ilustre de la Cultura”, jaja.
Sala no muy llena, pero con espectadores eufóricos. Se apaga la luz. Los improvisadores aparecen en escena y hacen su presentación. Una vez terminada, llaman al protagonista de nuestra historia, al son de “¡¡MOSQUITO!!”
Sale de la puerta principal (y única) de la sala 1 del teatro “El Vitral”, ubicado en Montevideo y Corrientes. A su paso, nos obliga a pararnos, en caso de no hacerlo, Mosquito no continúa y reta al espectador.
Sube al escenario y comienza con su previa al show, con una especie de monólogo, en donde juega con su sexualidad continuamente y con su público, de una forma avasallante. Se ríe de él mismo.
-“Bueno, vamos a hacer un recorrido latinoamericano a partir de ovaciones”.
Mosquito invita a crear ovaciones latinoamericanas a todo su público presente, de forma azarosa.
Su primer “víctima”, Victoria.
“Victoria, ovación cubana!” a lo que contesta “Me gustan los pepinos!!”. Mosquito hace pequeños comentarios acerca de la joven: “Anotá”, le dice a uno de sus improvisadores, ”muy literal, rutinaria, le gusta los pepinos grandes, tiene vida sexual, me gusta”.
Va otro, Mariano, le toca la ovación mexicana. “¡Te encesto!”, grita el bascketbolista anónimo, a lo que Mosquito responde, “Anotá! Ñam ñam ñam ñam, que rico que rico, deportista, (coquetea con él), tiene orgasmos, ñam ñam ñam (resalta).”
Una vez terminadas las ovaciones, pregunta de dónde somos, respondiendo con algunos comentarios propios de su humor ácido y desestructurado.
“Mataderos!” grita una persona desde el fondo, “Te encesto en Mataderos, sí, Mataderos, me gusta ¿Sabían que se revelaron las vacas? Sí, por exceso de leche”.
“Saratiri!!” Grita otro, y Mosquito bromea como si lo conociera. “Ah, sí! Saratiri, mmm, qué lindo! Esas casas, esa flora, esa fauna, sí, y el monstruo del lago de Saratiri? Siii, mmm, que lindo qué lindo!”
Continúa con su monólogo y nos habla un poco de él. Resalta que es peronista, que es gay, y que tiene 84 años. Sí, 84 años...
“¿Sabía que los marcianos ya están entre nosotros? Sí, ya nos están invadiendo “¡Miren! ¡Ellos son marcianos!”, señala a una familia que se ubica en la cuarta fila, compuesta por un hombre, una mujer y un niño que no pasa los 14 años, “Pi piri pi pi pi piri piri pi pi” le habla al padre, traduciéndonos lo que dice: “Hola, van a destruir nuestro planeta?”, y, siguiendo el juego que plantea Mosquito, el espectador le contesta: “Pi piri piri piri pi pi pi pi”, “Sí, queremos llevarnos todas sus riquezas capitalistas y después quemarlos”, nos traduce Fabio, finalizando con una moraleja: “Ven, amen a su prójimo, porque él puede ser un marciano, y los puede matar”.
Para finalizar, enseña el formato del show, y nos dice cómo votar. El folleto del lado azul para votar al equipo azul, del lado rojo por el rojo, y del lado verde si no nos gustó la improvisación.
Es así entonces que oficialmente da inicio al show.
“Y bueno, con el siguiente aplauso doy por bautizado el show, y espero que lo disfruten. Muchas gracias a todos los que me apoyan, a ustedes por venir, a mis actores por estar, y ¡A ésta! (señala su miembro viril), que me da tantas alegrías”.
El público rompe en aplausos: comienza la función...
Comisión 35
 Marcos Carrizo
Esteban Schoj
Fabricio Espíndola
Mauricio Rositter
Marina Damil
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