viernes, 7 de octubre de 2011

Vuela, abuela


Estimada Mariana:
                                 Me dirijo a usted con el fin de informarle que su abuela se ha ido volando. Sí, como escucha, o  mejor dicho, lee. Se ha elevado por los aires y no ha podido retornar a tierra firme. Yo me  hago cargo de mi responsabilidad sobre el asunto, dado que soy el director de éste hogar para ancianos y es mi deber que todos se encuentren en buenas condiciones, o, por lo menos, que permanezcan dentro del establecimiento. Sin embargo no he dado crédito a las palabras de mis colegas, quienes ya me habían informado acerca de esta costumbre que tenía su abuela.
Doña Rosa, como usted ya sabe, era una lectora audaz y empedernida. No discriminaba ningún género literario, todos eran de su agrado, por que a la hora de sentarse a leer, ella podía “volar” literalmente, transportándose hacia esa realidad ficticia. Tanto es así que llegó el día en que, aparentemente, no pudo volver a la tierra. O simplemente, no quiso hacerlo.
Si a usted le interesa mi opinión, yo creo que la realidad en la que se hallaba sumergida aquella tarde le resultó mucho más atractiva que la suya. Conjetura a la que me aventuro luego de haber hablado con varios de sus compañeros del hogar, quienes me han mencionado que doña Rosa manifestaba continuamente que éste no era su lugar en el mundo. Estos testimonios me hacen pensar que ella no se hallaba a gusto aquí, en el geriátrico,  por lo que tendría mucho sentido que hubiera decidido entregarse a la ficción de los libros.
Supongo que al leer esta carta usted se encontrará un poco angustiada, debido a su pérdida. Pero tal vez la consuele saber que esta repentina huída también le ha causado severos inconvenientes al hogar. Por extraño que parezca, su abuela se llevó consigo una de las tazas de té de un juego antiquísimo de vajilla inglesa, donado por la familia de una de nuestras huéspedes hace muchos años. También la silla donde se encontraba sentada y el libro que leía en el momento de la desaparición se han ido volando junto a su ella, lo que significa una contrariedad para la administración de los fondos del hogar ya que tendrán que recortar el presupuesto destinado a los servicios básicos del establecimiento para reponer los insumos faltantes.
Para concluir, quiero comunicarle mis condolencias por su pérdida, además de invitarla a retirar las pertenencias de doña Rosa dentro de los próximos 10 días, ya que nuestra lista de espera es extensa. De todas formas, no damos por descontado que ésta, en un rapto de coherencia, quiera retornar a la tierra con los que más la queremos. Si esto sucede, estaremos encantados de recibirla nuevamente, tomando las medidas pertinentes, ya que usted era la única en abonar la cuota en tiempo y forma.

Espero verla pronto, mis saludos cordiales,
Atte. Alfredo Di Santi.
            Director General del hogar para ancianos “Siempre juntos”.

Camila Bazán, comisión 36. 2011

3 comentarios:

  1. jajaj bravo bravo! me hiciste reir en una mañana de mucho foucault y gramsci para la facu, gracias. mi abuela también vuela.

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  2. Muy bueno tu relato jajajaj
    Abuela vueeelaaaaa (8)

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